El Túnel es una novela corta, con escasos personajes y casi
ninguna ambientación, sin embargo, es capaz de comunicar todo un mundo de ideas
y sentimientos que transforman la experiencia de leerla en un viaje que te
sumerge de lleno en las pasiones y delirios del personaje principal, Juan Pablo
Castel, podemos desde la primera persona sentir la oscuridad del Túnel en el
que se encuentra.
Ernesto Sábato, autor de la novela, la produjo desde el
punto de vista de Juan Pablo. Inmerso desde la perspectiva del personaje, vemos
como se desenvuelve un manuscrito dónde decide contar a las masas el porqué
decidió asesinar a María Iribarne. Confeso como asesino y exponiéndose como
humano arranca contando las situaciones desde el momento desde que conoció a
María hasta el momento en que decide entregarse a la policía. Todo esto con la
esperanza de conseguir un editor que publique su obra con la esperanza de que
al menos una persona que lo lea sea capaz de entenderlo.
Con un lenguaje un poco desordenado, una actitud pretensiosa
y con la incesante necesidad de hacerse entender que desemboca en largas
tangentes, Juan Pablo comienza a dibujarse como una persona con problemas,
dónde entre líneas deja ver que su única verdadera necesidad es la de sentir
una conexión verdadera con otro ser humano.
Juan Pablo a lo largo
de la obra se presenta como un artista que detesta tanto a su gremio como
cualquier cúmulo de personas, en especial aquellas dónde la repetición de
características exista, ya sean física o conductuales, demostrando una aversión
constante a las semejanzas, aspecto dónde teme que las cosas que verdaderamente
aprecia o por las que siente agrado terminen perdiendo su valor o significado. Todas
sus relaciones sociales parecen estar desprovistas de verdadera emoción, siendo
más una bruma informe de personas a las por alguna razón desprecia en algún
grado, pero con las que tiene que seguir tratando por condicionamientos
sociales.
A pesar de ser un artista con al parecer relativa fama como
para salir en revistas y periódicos y codearse con gente importante de
diferentes círculos, compara su vida a estar metido en un túnel oscuro y
solitario, dónde nadie puede comunicarse realmente con él. Atrapado y rodeado
por la piedra negra, en la oscuridad, sólo puede avanzar y de vez en cuando ver
a los demás afuera del túnel, libres, conectándose, viviendo de una manera en la
que él nunca podría experimentar.
Si bien parece estar resignado a vivir de esa manera,
errante, sumergido en una soledad planctónica, fingiendo que le gusta su vida y
sintiéndose un impostor por el constante halago de los críticos, todo cambia
cuando descubre en una de sus presentaciones en galería a una mujer que por un
instante parece absorta en uno de sus cuadros, específicamente en una parte del
cuadro que todo el mundo ignora pero que hasta ese momento solamente él parece
entender su importante. Por un instante, ese mensaje parece ser entendido por
alguien más, la piedra se vuelve vidrio y puede ver que quizás haya otra
personal, otro túnel con el que pueda conectar.
Aquí es cuando se nos presenta a María Iribarne, el misterio
principal de la obra. Juan Pablo pone en ella sus esperanzas de conectar
verdaderamente con alguien, una persona que sienta
como el siente, que entienda lo que de verdad él considera importante. María es
un personaje con una vida compleja, que nunca parece poder o querer explicar,
que se comunica de manera a veces críptica y otras simplistas, lo que va
alimentando las inseguridades de Juan Pablo, esto produce a lo largo de la
novela la degeneración de los sentimientos de Juan Pablo que, sintiéndose
traicionado, al final decide acabar con la vida de María.
Debido a la narrativa de la novela solo podemos experimentar
a María desde el punto de visto de Juan Pablo, que lleno de pensamientos
paranoicos debido a sus inseguridades, miedos y deseos, no sabemos dónde
termina ella y comienzan las suposiciones de él. Juan Pablo, carente de
conexiones que el considera reales a los casi 40 años de su vida, es incapaz de
sentir otra cosa que no sea temor antes las ambigüedades de María y siendo tan ocioso
termina generando una serie de sombras que parecen mezclarse con fantasmas
reales en el pasado de María, creando una atmosfera casi embrujada alrededor de
su relación que termina de manera fatal.
Al final de la novela, Juan Pablo reconoce que al siempre
estuvo solo, que el único túnel era el de él y que María solo estuvo detrás de
una pared de vidrio, qué si bien pensó que ella pudo haberlo entendido, que
podría haber estado realmente para él, pero que al final todo era una mentira
lo que reafirma su ostracismo. Al asesinar a María, Juan Pablo sella su
soledad, destruye cualquier puente que lo conecte con alguien más y se adentra
más en el túnel.
Este final es bien trabajado y es la culminación de pequeñas
acciones anteriores que, como gotas cayendo en un vaso, van acumulándose hasta
desbordarse y todas nacen del miedo al rechazo, la soledad y el no tener la
razón o en otros casos que es mucho peor, el tenerla. Su desdén constante a las
críticas que lo alaban, sus dudas sobe su propias capacidades, las constantes
sospechas que tiene sobre María, la necesidad constante de afirmación, todas
llevan al momento más cruel de la obra, el momento en el que María se abre de
verdad ante él, en dónde la sinceridad fluye de ella dónde muestra sus
fantasmas, abriendo un puente sólido entre los dos, pero Juan Pablo, por estar
siguiendo espectros en su mente es incapaz de reconocerlo y es el haber estado
tan cerca de salir del túnel, lo que hace tan triste el encierro definitivo.
Juan Pablo es un personaje trágico que desde pequeño se ha
sentido solo, como todos, pero que su propia madurez intelectual, que transpira
en sus obras y detesta que la señalen los críticos, lo ha hecho sentirse
siempre alejado de sus iguales. Viendo más allá de las normas sociales,
desdeñando la hipocresía de las masas y sufriendo por el estado de decadencia
del mundo. Frágil, sin un sistema de soporte emocional y sin capacidades
sociales que le permitan entender ciertas situaciones es incapaz de procesar el
dolor y la desesperanza de descubrirse solo en el mundo.
Esta obra es el sentir de todos, que en algún instante nos
hemos sentido desadaptados, alejados del mundo, títeres de la vida, personajes
secundarios que solo existen mientras los demás viven, atrapados detrás de un
muro, a veces de roca, otras de cristal y que de a momento nos permite ver la
felicidad ajena pero nunca sin poder experimentarla. Para ellos escribe Juan
Pablo, para ellos, los que en algún instante han experimentado la soledad
absoluta, deseando algo que creen podría no llegar jamás.
Al final es Sábato y no Castel el que nos deja preguntando,
en especial a los que hemos sentido conexión con Castel ¿Es esto real, es algo
que vale la pena? Y es en estas sutilezas del final de la obra, en la que Juan
Pablo lanza su relato como un mensaje en una botella en la que la novela tiene
su verdadero poder, hacernos preguntar sobre nuestro propio túnel, sobre la
honestidad de nuestras relaciones y sobre la fortaleza de nuestro sistema de
apoyo emocional. Sin duda una novela recomendada.
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